La primera vez que fabricamos una pamela con la tela brisa, en nuestro taller, fue un subidón. Ser capaces, con nuestras propias manos de fabricar un sombrero era algo que ni habíamos soñado.
Algunas pamelas después, nos lanzamos a crear nuestros primeros sombreros de ala corta Bondesio. Y luego llegaron las gorras, con un rollo increíble.
Lo que no imaginábamos era que de nuestro taller iban a salir sombreros que esbozaban sonrisas. Porque eso es lo que ocurre cuando una clienta nos llama con un problema «que le trae de cabeza» y nosotras somos capaces de darles una solución.
Sombreros que provocan sonrisas
Os voy a contar tres historias de tres mujeres fuertes que han pasado o están en tratamiento para superar la enfermedad y con la llegada del verano necesitaban proteger su cabeza y versen tal y como son, guapas.
Una pamela para cumplir un sueño
Cuando Inma termino su tratamiento de quimio con unos buenísimos resultados, se acercó al taller a comprar una mochila para llevársela a realizar el viaje de su vida: recorrer Australia.
Al ver nuestra Pamela Brisa me dijo:
– Esto es lo que estoy buscando para protegerme durante mi viaje, cumple con todas mis necesidades. No pesa y puede ir doblada en la maleta y en la mochila o en cualquier otro bolso, sin perder su forma. Me puedo meter en el mar con ella puesta pues, aunque se moje se seca rápidamente. Su tejido es transpirable, no me da calor y sus alas me protegen la cara del sol en todo momento.
Ella fue la primera persona que valoró las virtudes de nuestra pamela y en aquel momento me dí cuenta que nuestros sombreros podían ayudar a las personas que están recibiendo este tipo de tratamientos.
Un sombrero para pasear
Aquella mañana que mi vecina pasó con los turbantes que había comprado a su madre, le comenté “muy bonitos los turbantes, pero lo que tu madre necesita para pasear es un Sombrero Brisa”. ¿Por qué no te llevas uno para que se lo pruebe y me cuentas?
Dicho y hecho, de los once colores que tenemos ella eligió un sombrero de color frambuesa.
Gracias Ana Mari por acercarte hasta el taller, a pesar de tu enfermedad, para contarme lo a gusto y fresquica que vas con tu sombrero cuando sales a pasear con tu hija por las mañanas.
Cuando se marchó, las chicas del taller nos miramos con cara de satisfacción. Ver la sonrisa de Ana Mari paseando con su sombrero, no tiene precio
Tengo una amiga…
Hace unos días, nada más colgar en redes una foto de los nuevos pañuelos me llamo mi amiga Mayra para decirme:
– Voy a comprar uno de esos pañuelos XL para una amiga que esta en tratamiento y quiero que se sienta como ella es, guapa y alegre.
– Haz lo que quieras, yo le confecciono un pañuelo, pero si de verdad lo que quieres es verla cómoda, que lleve algo que la proteja del sol, que se pueda mojar y secarse al instante, que le quepa en la mochila y no se deforme y además le haga brillar su sonrisa ¡regálale un sombrero !
Gracias Maca por enviarnos estas fotos con tu preciosa sonrisa
Un sombrero. Y dos sonrisas
Hay prendas que te hacen feliz, no sabes por qué, pero te iluminan la cara. Puede ser el color, la tela, la hechura. Pero tienen algo, tienen magia.
Nuestros sombreros, gorras y pamelas están viajando por todo el mundo, van en los bolsos y en las cabezas de cientos de clientas que se ven felices nada más ponérselos. ¿Y sabes quién tiene ahora una enorme sonrisa pensándolo? ?